para buscar en ColectivoPulmari
4.7.12
MEDITAR O MEDICAR
Tendemos a tomar nuestros cuerpos como algo dado por hecho y a nuestra salud más aún. Como resultado, cuando algo va mal, puede ser alarmante, incluso dar miedo, como si hubiéramos estado dentro de un extraño y de repente descubrimos de éste que tiene mente propia. Nos estresamos y afligimos físicamente hasta estamos tan abrumados y fuera de control, como una olla de vapor llegando a la presión total. Y a pesar de que somos los únicos que pueden bajarle a la llama de la estufa, lamentablemente a menudo nos sentimos impotentes. Como alguien alguna vez comentó: "Yo no me estreso; despierto estresado".
"No yo!", pensamos. "Yo no ando tan estresado", aunque las estimaciones más conservadoras sugieren un significativo porcentaje de enfermedades causadas por el estrés. Como tal, éste es un gran problema de salud pública. Además, no existe cura médica que pueda aliviar el estrés. Los medicamentos no pueden aligerar nuestra carga de trabajo, cambiar nuestras condiciones de vida o alterar nuestros sistemas de creencias.
Lo que creemos da color a cada pensamiento, palabra y acción nuestras. La idea de que es nuestro trabajo, familia o estilo de vida lo que nos está causando el estrés, y que si pudiéramos cambiarlos entonces estaríamos bien, es ver la situación desde la perspectiva equivocada. Más bien, es la creencia de que algo por ahí afuera es lo que nos está causando estrés, es lo que realmente está causándolo. Y aunque cambiar nuestras circunstancias ciertamente puede ayudar, invariablemente, no importa lo que hagamos, es un cambio dentro de nuestro sistema de creencias y nuestra percepción de nosotros mismos lo que hará la gran diferencia.
Aunque podemos tener poco o ningún control sobre las circunstancias, tenemos control sobre nuestra reacción a ellas. La capacidad de mantener nuestra paz y mantener un estado de equilibrio es uno de los grandes regalos de la meditación que podemos llevar a cada situación, a nuestros pensamientos, sentimientos, conducta y acciones.
La meditación nos da un sentido de ser constantes en un mundo que constantemente es exigente y desafiante. Nunca sabemos qué va a suceder o cuando; nada es predecible, permanente, seguro, controlable o confiable. Todo está sujeto a cambio en cada momento. Podemos ignorar este hecho y vivir con la ilusión de permanencia y previsibilidad, o nos podemos abrazar la transitoriedad y la imprevisibilidad con conciencia y confianza.
Es más fácil ver la relación entre el estrés, la relajación y la meditación, que ver cómo la meditación podría ayudar a alguien que está muy enfermo, quizá encarando enfermedades tales como la diabetes, la presión alta, la enfermedad de parkinson, el cáncer o el SIDA. En tales momentos, a menudo somos más propensos a la autocompasión o dependencia de los cuidadores y los médicos y menos capaces de ayudarnos a nosotros mismos. La meditación reduce los problemas físicos relacionados con el estrés y también nos mueve a la mentalidad positiva, y así podemos estar en paz con lo que está sucediendo.
"Mi propia mortalidad me llevó a la meditación". "Ser diagnosticado con una enfermedad terminal te obligada, como un mecanismo de supervivencia, a recorrer una vida interior. La meditación está siempre sobre mi hombro, como un recordatorio de la belleza, la verdad, la fragilidad, la tristeza; una voz que susurra: 'Recuerda al amor'". "Si mi mundo exterior no había sido amenazado, nunca habría buscado una respuesta interior."
Meditación nos invita a hacernos amigos con nosotros mismos y nuestro mundo, a saber profundamente que todas las cosas pasan y a no a tomarnos demasiado en serio.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario, y también tu dirección electrónica si deseas recibir más información.